Hoy vuelve a ser un día raro. He pasado mala noche de pesadillas extrañas, y se me carga el día nublado sin apenas sol que muestre el cielo azul.
Entre el ambiente encapotado, el cansancio y que estoy goibel, al despuntar el alba ha comenzado el tránsito de personas, vehículos y el Metro en sus idas y venidas en la estación descubierta del barrio, que me han acabado agobiando de una manera que no es normal. Me dan ganas de desconectar está Banda Sonora diaria e intentar respirar silencio por todos mis poros.
Hoy más que nunca necesito de la belleza de Las Merindades. El silencio del pueblo y de sentarme en el jardín a estar relajado simplemente por el ambiente natural de todo lo que allá nos rodea.
Me encanta disfrutar de esos momentos. Y poder compartirlos con Arixa, la familia o los amigos son siempre de bienvenida.
No sé, hoy es un día raro. Me pesa el grisáceo del cielo, y el llegar de pronto a claros de luz y paisaje como el que os presento en las fotos, me hacen retrotraerme nere barnean dauzkan oroimin itan. A tiempos pasados que; siendo realistas; no se van a volver a repetir:
¿Que fue del Sanba y sus pocitas?
¿Del Russell y sus buceos?
¿Del Crowie y sus triscabirras de once varas?
Todo ello se está perdiendo, como lágrimas en la lluvia.
Aishhhhhhhhh, hoy me está pasando factura el cansancio. Y el hecho de que la luz ambiente disponible es grisácea, no ayuda mucho a esclarecer y eliminar pensamientos inservibles.
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