¿Por que el perro cruzó la carretera?

¿Conocéis el chiste de la gallina y la carretera?

Pues hay una variante con un perro, y jamás pensé que mis ojos la verían convertida en realidad...

Tan solo de imaginar coger el coche, y de pronto encontrarme con esta estampa... ¡No sabría si reírme o sentir lástima!

Mi tía tenía una perra San Bernardo de pura raza llamada Luna, que fue adoptada tras ser rescatada de la muerte cuando su madre murió al dar a luz a las crías. Yo conocí a este gran can cuando apenas ocupaba una mano y su pelo mullidito la convertía en una adorable bolita esponjosa.

A medida que creció e íbamos a visitar a la familia, me acojonaba horrores. Ya que se alegraba tanto de vernos que cuando cruzábamos el umbral de la puerta del jardín, salía corriendo a recibirnos. Y tenía la santa costumbre de ponerse a dos patas y ponernos las otras dos sobre los hombros mientras apoyaba su cabeza sobre nuestros hombros... Esto me alegraba y asqueaba a partes iguales. Me alegraba porque adoraba a esa perra y las carreras que compartíamos de críos fueron inolvidables. Pero me asqueaba por la cantidad de babas que rezumaban de su boca y acababan empapando mis hombros...

Así que al final acabé jugando con ella al juego de esquivarla cuando intentaba ponerse de pie y acto seguido estrecharla entre mis brazos al posar sus patas delanteras en el suelo. Al final esa costumbre la tomó como un juego que le gustaba y recordaba. De este modo me permitía abrazarla y acariciarla dándole esos mimos que ella quería cuando nos daba la bienvenida, sin tener que acabar mojado por los chorretones de babas que tantos escrúpulos me daban...

Solo puedo decir, que la energía que desprendía aquella perra era todo poderío... ¿Arrastrar un crío como en el vídeo? Si le atábamos varios, sería capaz de arrastrarlos sin problemas. De hecho, lo que vimos en la saga original de Beethoven no es ni por asomo una décima parte de lo que ofrece esta raza.

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