De txiki siempre me ha gustado las marionetas. Nunca he sido particularmente gracioso, pero me encantaba hacer moñadas con ellas y representar chorradas.
Cuando mi hermana era muy, muy pequeña me pedía hacerle shows usando nuestras literas como teatro y pasábamos horas jugando.
Estas marionetas de mi infancia tienen nombre. El payasete de madera con vestimentas rojas que va sujetoa las cuerdas y se mueve por nuestra acción con los maderos superiores, se llama Polikarpo. Poli para el resto de mis juguetes.
Y el gato amarillo-anaranjado que veis ahí, más mayor en años incluso que Poli, se llama Isidoro. Nombre que le puse en honor a los dibujos del gato homónimo que emitían en la TVE 2 antes de Daniel el Travieso por las mediodías tras salir del cole.
Tuve una marioneta mucho más vieja. Era una avestruz donde sus extremidades y la propia cabeza estaban hechas de piedra-tiza y el cuerpo iba unido con gruesas cuerdas de lana a las extremidades. Se manejaba con maderos igual que a Poli. Y su movimiento era mucho más fluído al andar que el del propio Polikarpo.
Pero claro, aunque yo siempre he sido muy cuidadoso de crío, esta marioneta sufrió algunas roturas, hasta que fue imposible repararla más, y me la tiraron a la basura.
¡¡Qué recuerdos!!
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