¿Sabéis esas durísimas heladas en las que incluso las cosas más pequeñas tienen unos témpanos de hielo ultrablanditos que parece si tocas te vas a pinchar?
Luego resulta que los tocas poniendo a prueba tu valor e integridad física, y te das cuenta de que es tan blandita como la nieve recién caída y cuajada.
Las heladas y la escarcha siempre me ha provocado nostalgia, porque me recuerda esas odiosas mañana de Lunes cuando íbamos a coler y estaba todo blanco durante el paseo. Luego llegabas a clase y plantabas el culo en el radiador de tu aula, peleándote con los que también querían ponerse ahí y te querían echar...
¡¡Qué recuerdos!!
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