De chiquitin, la primera vez que vi una Vespa me impresionó. Eso de tener una moto que no parecía una bicicleta, y que apoyabas los pies como un señor en el suelo de la misma, me llamaba mucho la atención. Y aunque nunca se materializó por que prefiero las 4 ruedas, en su momento fantaseé con tener una.
Quizás no la mítica-clásica; que objetivamente hay que reconocer que es fea; pero sí una de esas más modernas con unas curvas más elegantes y por supuesto a poder ser de color rojo brillante o granate metalizado brillante.
Luego está el asunto del ganchillo. Tan mítico de nuestras abuelas, y que a día de hoy sigue estando muy vivo y respetable por las prácticas a nivel de usuario de personas más jóvenes que lo practican como hobby.
Si sumamos todo, nos encontramos con una moto VESPA restaurada, y además, cubierta totalmente con una capa de ganchillo.
Me ha hecho gracia encontrarme con esto, por mezclar de manera tan magistral y surrealista dos conceptos nostálgicos tan alejados entre si...
Quizás no la mítica-clásica; que objetivamente hay que reconocer que es fea; pero sí una de esas más modernas con unas curvas más elegantes y por supuesto a poder ser de color rojo brillante o granate metalizado brillante.
Luego está el asunto del ganchillo. Tan mítico de nuestras abuelas, y que a día de hoy sigue estando muy vivo y respetable por las prácticas a nivel de usuario de personas más jóvenes que lo practican como hobby.
Si sumamos todo, nos encontramos con una moto VESPA restaurada, y además, cubierta totalmente con una capa de ganchillo.
Me ha hecho gracia encontrarme con esto, por mezclar de manera tan magistral y surrealista dos conceptos nostálgicos tan alejados entre si...
¡¡Qué recuerdos!!
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